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LAS CLAVES DE LA POLÍTICA DE SEGURIDAD

La Ministra de Seguridad de la Nación, Dra. Nilda GARRÉ, hizo un balance de las políticas de seguridad implementadas desde el Ministerio en un reportaje publicado este fin de semana. A continuación las partes más relevantes del mismo.


–¿Cuál era el escenario general de la ciudad cuando ustedes asumieron en el Ministerio?
–Había pocos policías en general. Había 8.500 policías en comisarías. Tratamos de reubicar a los cerca de 32 mil porque teníamos que poner más presencia en la calle. Las políticas de seguridad deben cubrir distintas hipótesis. Una es la conflictividad general, protestas, marchas. Otra es la prevención: cuidar una terminal de ómnibus por el tema de los arrebatos o el descuidismo. Otra cosa es la conjuración del delito: si alguien está vendiendo droga en la calle se lo detiene sin orden judicial. Otro tema es la investigación. Acá no había prevención. Sí hubo, en una época, una política muy autoritaria con la conflictividad social expresada en la calle y muy poca eficacia en la investigación en muchos casos. ¿Por qué? Falta de profesionalidad, dejaron de prepararse para delitos nuevos que fueron apareciendo, más complejos, algunos en marcos transnacionales, como el narcotráfico o la trata. Faltaba logística, todo era muy obsoleto. Y había, en una fuerza de 32 mil, 38 mil hombres en todo el país, niveles de complicidad muy grande con sectores ligados al delito, omisiones, zonas donde se dejaba operar. Lo que hicimos fue reestablecer ejes vinculados con mapas del delito y con información que nos da la comunidad. La comunidad es la que nos dice: “Mire, la policía está ahí porque lo pide el restaurante, pero la esquina conflictiva no es esa, es esa otra”. Tratamos de diseñar un sistema de paradas vinculadas con esas dos cosas: mapas del delito y la información que nos da la comunidad. Necesitábamos un sistema de paradas y controlar el funcionamiento policial, pero teníamos que incorporar la tecnología necesaria.
–¿Qué pasó con el anuncio que hicieron hace algunos meses de los patrulleros con su domo y sus cámaras, controlados desde un centro de seguimiento?
–En un mes más vamos a tener totalmente georeferenciado el sistema. Cada policía que esté haciendo una parada va a tener un aparatito que nos va a permitir saber si está donde tiene que estar. El domo filma y va a transmitir a un centro de monitoreo. Pero además la georeferenciación: el camino que va haciendo el patrullero, lo que permite un control más eficaz.
–Con relación a la información que puede proveer la gente, ¿cuántas mesas de participación comunitaria funcionan actualmente?
–Unas cuarenta mesas. En casi todos los barrios hay una o dos. Se generan desde organizaciones barriales, en muchos casos nos vienen a ver, se trabajan desde la militancia, nos mandan permanentemente mails o mensajes por las redes sociales. Yo lo leo todo porque me permite tener el pulso de lo que está pasando. Hay muchos llamados al 0800: “Hay un kiosco de droga acá en la esquina”, “Pasa un patrullero a cobrar protección a un comerciante”. Después tenemos que investigar y corroborar. ¿Pero quién sabe más de lo que pasa en el barrio que la gente? El eje de la participación comunitaria en políticas de seguridad es innegable en todo el mundo. Claro que la gente tiene que tener confianza en el sistema y no pensar: “Voy a ir, me van a usar, y al final no va a pasar nada”. No hay dudas sobre la eficacia de la participación pero la gente tiene que sentirse realmente escuchada, contenida, respetada y comprobar que lo que dice se trata de instrumentar.

–Su referencia a los vecinos que saben dónde funciona tal kiosco de droga es de hecho un relato de la gente que aparece en los medios. “Nosotros sabemos dónde funciona la cocina de paco. ¿La policía no lo sabe?” Y aparece en Capital con el tema de los prostíbulos. ¿Qué avances hubo con ese problema?
Con esto hay una histórica asociación de la policía, con los prostíbulos y con las prostitutas a las que se explotaba con pago de comisiones, más los locales bailables. Recordará que la doctora (María Romilda) Servini de Cubría nos pidió colaboración para hacer con Prefectura y Gendarmería, sin la policía Federal, muchos allanamientos, más de cuarenta. Lo sorprendente fue que de las constancias que retiraban surgían los pagos a comisarios, subcomisarios. Para añadir más “realismo” a lo que hacían cometían más cantidad de delitos: falsificación de firmas de falsos testigos, de documentos públicos, etc. Pusimos a toda esa gente en disponibilidad. Había varios comisarios, subcomisarios, principales, suboficiales. Últimamente ha habido otros operativos que mostraron que en las mismas paredes de los lugares allanados tenían escrito el número de la comisaría o de algún celular al que había que llamar. La policía siempre se sintió con derechos en el área de la prostitución. Antes fue el juego y la prostitución. Hoy la droga me parece que ha abierto espacios de mayor rentabilidad, donde todavía hay complicidades de algunos policías.


Para leer la entrevista completa, publicada en el semanario "Miradas al Sur" ingresar aquí